jueves, 4 de marzo de 2010

La visa


Pude imaginar como si fuera en una pantalla, la escena en un aeropuerto: un hijo mayor, con niños, esperando ansioso que se abrieran las puertas de vidrio. Del otro lado una madre, un poco desorientada de tanta gente, tanto ruido, tanta vigilancia y el desconociemnto de la lengua, de los carteles, de las indicaciones. Pero bueno, habría valido la pena toda esa odisea para abrazar al hijo, que, quién sabe cuánto tiempo no veía.
Y en tres o cuatro palabras, el empleado de la embajada, rompió el encanto de esa visión que yo me imaginaba y el corazón de la señora.
Suelo hilar historias relacionadas a las personas que veo, imaginar qué parentesco tienen, me doy cuenta si están tristes o alegres, hasta imagino sus diálogos, hasta proyecto su futuro o trato de adivinar su pasado Por sus sonrisas, por sus gestos, por su manera de hablar o de andar. Y en mi imaginación, me sirve para escribir o para entretenerme. Sin ánimo de juzgar, solamente es describir lo que veo , me emociona o sorprende.
Pero la vida de cada persona es sagrada, es importante, es única. Y esta mujer que ví en la embajada, una señora de traje azul, de más de sesenta años, con su sobre lleno de papeles y datos
explicaba con lujo de detalles, por qué quería viajar a ese país. Era sencilla y hablaba correctamente. Contó que tenía un hijo allá y otro acá.
Acá tenía trabajo, y mostró su recibo de sueldo. El empleado la miró; sería poco sueldo.
-"El viaje me lo paga mi hijo"- decía la señora orgullosa, y decía la verdad, yo estoy segura de que decía la verdad.
El empleado volvió a pedir otra planilla, otro papel, otras preguntas.
-"A qué ciudad va?, cuanto tiempo se va a quedar?, cuánto dinero va a llevar?"
La señora muy solícita y muy francamente le contestaba todo.
Guardó sus papeles. El empleado, mirándola a los ojos le dijo:-"Está denegada la visa".
La señora dió vuelta, agachó la cabeza y se fué.
Yo no logro, y no voy a saber tampoco cual era la verdadera finalidad del viaje de la señora, también entiendo que el empleado de la embajada tiene que cumplir sus funciones, y tiene que cuidar las fronteras y las leyes del país al que representa, y hay mucho miedo y mucha inseguridad y se toman todos los recaudos para evitar problemas.
Pero así como se rompe un cristal en mil pedazos y ya no tiene arreglo, se rompió la imagen que yo había dibujado en mi cabeza en el primer momento. Esta señora no va a viajar a ver a su hijo La visa le ha sido denegada.

lunes, 1 de marzo de 2010

multiplicar y dividir


Son dos signos matemáticos que están en mi vida, relacionados con los amigos. He multiplicado amigos, y multiplicado a través de ellos, buenos momentos, alegrías, charlas y risas. El compartir con "los pares" es muy enriquecedor, porque se comparte lo común, lo que a todos nos puede pasar. He multiplicado la sabiduría, pero no la sabiduría de estudiar mucho o saber mucho, la sabiduría del "saborear", de encontrarle el sabor a las cosas. Y algunas veces me he cuestionado ésto de la queja que tenemos los argentinos, y en ésto de saborear he aprendido a multiplicar los beneficios de las cosas que me pasan. Y me he dado cuenta de que si llueve y no puedo salir, no me voy a deprimir; voy a ordenar papeles, o el placard, leer o ver una película. Si me duele mucho el cuerpo, trato de quedarme tranquila, trato de no asustarme, de cuidarme, de tomar mis remedios y no por eso, me quejo todo el día. Valorar las charlas y los silencios. Los paseos y el descanso.La mañana y la noche. Lo dulce y lo salado
Tambien he multiplicado la mirada hacia los que me rodean y estoy aprendiendo a no juzgarlos, trato de mirarlos desde muchos puntos de vista; como fue su vida, con quien está acompañado, cuánto amor recibió o tal vez no lo recibió. Y desde allí , tener una mirada más generosa, más respetuosa. Tratando de ponerme en su lugar.
Con respecto a la división puedo decir que al tener amigos, he dividido los problemas, los dolores, los pesares entre mis amigos, y parece que cuando uno divide la carga, ésta se hace menos pesada. Y por eso, en algunos momentos duros de la vida, siempre, y gracias a la bendición de Dios, tuve alguna amiga que puso la "oreja", tuve algún matrimonio amigo que nos ha acompañado y ayudado. Entonces ese problema, tiene otra mirada, otro sostén,
otra fortaleza, porque uno no está solo. Se dividen esos malos momentos entre las personas que lo quieren y se hacen más llevaderos. Los buenos momentos compartidos se agigantan, y los malos momentos se achican
De elevar un número a la "enésima" potencia, podría hablar del amor a mis nietos, no tengo límites. No hay límites.
En cuanto a la "raiz"cuadrada, ni recuerdo de qué se trataba! Nunca fuí muy buena en matemáticas!