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Pude imaginar como si fuera en una pantalla, la escena en un aeropuerto: un hijo mayor, con niños, esperando ansioso que se abrieran las puertas de vidrio. Del otro lado una madre, un poco desorientada de tanta gente, tanto ruido, tanta vigilancia y el desconociemnto de la lengua, de los carteles, de las indicaciones. Pero bueno, habría valido la pena toda esa odisea para abrazar al hijo, que, quién sabe cuánto tiempo no veía.
Y en tres o cuatro palabras, el empleado de la embajada, rompió el encanto de esa visión que yo me imaginaba y el corazón de la señora.
Suelo hilar historias relacionadas a las personas que veo, imaginar qué parentesco tienen, me doy cuenta si están tristes o alegres, hasta imagino sus diálogos, hasta proyecto su futuro o trato de adivinar su pasado Por sus sonrisas, por sus gestos, por su manera de hablar o de andar. Y en mi imaginación, me sirve para escribir o para entretenerme. Sin ánimo de juzgar, solamente es describir lo que veo , me emociona o sorprende.
Pero la vida de cada persona es sagrada, es importante, es única. Y esta mujer que ví en la embajada, una señora de traje azul, de más de sesenta años, con su sobre lleno de papeles y datos
explicaba con lujo de detalles, por qué quería viajar a ese país. Era sencilla y hablaba correctamente. Contó que tenía un hijo allá y otro acá.
Acá tenía trabajo, y mostró su recibo de sueldo. El empleado la miró; sería poco sueldo.
-"El viaje me lo paga mi hijo"- decía la señora orgullosa, y decía la verdad, yo estoy segura de que decía la verdad.
El empleado volvió a pedir otra planilla, otro papel, otras preguntas.
-"A qué ciudad va?, cuanto tiempo se va a quedar?, cuánto dinero va a llevar?"
La señora muy solícita y muy francamente le contestaba todo.
Guardó sus papeles. El empleado, mirándola a los ojos le dijo:-"Está denegada la visa".
La señora dió vuelta, agachó la cabeza y se fué.
Yo no logro, y no voy a saber tampoco cual era la verdadera finalidad del viaje de la señora, también entiendo que el empleado de la embajada tiene que cumplir sus funciones, y tiene que cuidar las fronteras y las leyes del país al que representa, y hay mucho miedo y mucha inseguridad y se toman todos los recaudos para evitar problemas.
Pero así como se rompe un cristal en mil pedazos y ya no tiene arreglo, se rompió la imagen que yo había dibujado en mi cabeza en el primer momento. Esta señora no va a viajar a ver a su hijo La visa le ha sido denegada.