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A veces los recuerdos aparecen, como una ráfaga que nos remonta a tiempos lejanos, a lugares lejanos , y nos hacen revivir situaciones que creíamos olvidadas.
Este otoño que ha llegado un poco tarde, tiene una paleta de colores cálidos, del rojo al amarillo, pasando por los anaranjados. Tapizan las veredas invitando a pintar en una tela, un paisaje romántico y nostálgico a la vez.
Mis pensamientos me llevaron a la infancia, y a la juventud, cuando íbamos al colegio pisando las montañas de hojas doradas, que las vecinas apilaban en el cordón de la vereda. Aún recuerdo el sonido del crujir de las hojas bajo nuestros pies.
Y los olores! A la tarde se quemaban las parvas de hojas y todo el barrio, se perdía tras la nebulosa del humo; que se colaba por las ventanas de todas las casas.
Y al regresar de la escuela, a las cinco de la tarde, desde la puerta sentíamos ese olor a pan tostado, que untábamos con dulce de leche o solamente con azúcar. Y estaba mamá, tejiendo o planchando, las únicas tareas que hacía a la tarde, para estar " arreglada" como ella decía, antes de que volviera papá del trabajo.
Luego de hacer " los deberes", jugábamos con los chicos del barrio en la vereda o veíamos la te- levisión en familia. Recuerdo: La familia Falcón,El amor tiene cara de mujer,viendo a Biondi y los fines de semana, Los sábado circulares de Mancera o El club del clan.
Era muy simple la vida en los 60, y en una ciudad del interior, más aún. Crecimos con juegos creativos y divertidos; no tomábamos alcohol y bailábamos el sábado en los "asaltos", las chicas llevábamos la comida y los chicos la bebida. Nos invitaban a bailar con una señal con la cabeza, y antes de terminar el baile, llegaban " los lentos".
No puedo hablar mucho de los adolescentes de hoy, ya que solo me informo por diarios o informes televisivos, pero por lo que veo, puedo decir, que no parecen felices, que están presionados por el consumismo, las modas, el individualismo, el alcohol y las drogas.
Qué tristeza pensar que en la etapa más creativa de la vida, los chicos, se dejan llevar por la masa
mediocre, sin ideales, sin sueños y desgraciadamente sin posibilidades, no por su culpa, sino por nuestra culpa.
Como abuela,comprometida con la vida, he asumido el rol de ser nexo entre el pasado y el futuro de mis nietos, transmitiendo los usos y costumbres, juegos y canciones, anécdotas familiares para que no se pierdan tantas vivencias, que son base, raíz,y nutrientes del ser humano.
No sé cómo será el futuro de ellos, pero ese pasado y este presente los sostiene y fortalece para seguir adelante con sus vidas, conociendo sus raíces.
Simples, comunes, pero llenas DE AMOR
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